Martín Krause hace un análisis de la desigualdad social y plantea la importancia de que los pobres tengan más y mejores oportunidades dentro de la sociedad. Manifiesta que la igualdad era un valor originario del liberalismo pero que esta idea se convirtió en opuesta con la concepción de los derechos, cuando se dio la transición del Estado protector al Estado benefactor. También, hace énfasis en la respuesta que ofrece el mercado a la pobreza en cuanto a la creación de fuentes de trabajo y otros factores que demuestran mayor eficiencia que el Estado. Finalmente, explica que la ayuda social debe ser voluntaria para que se justifique moralmente y critica la deshonestidad del discurso político de solidaridad que ofrecen los políticos.