Aletse López | 03 de agosto de 2018 | Vistas: 1171
El escritor José María Álvarez menciona a eminentes creadores que ha tenido la historia. Hasta ahora el creador y la sociedad han convivido a lo largo de los siglos, pero afirma que la cultura ha sido contagiada de una enfermedad terminal que ha matado al creador.
Las ideas de izquierda han sido el ejecutor del veneno igualitarista, sin embargo, el triunfo que han obtenido no se debe confundir con el noble concepto de igualdad al que le resulta intolerable la figura del artista, pues no tiene que ver con la normalidad ni la sociedad. El artista vive en un espacio marginal, pertenece a otra élite, a otro mundo donde será gozado, y en esto radica el odio del igualitarismo hacia el creador.
Lo que ha aplastado la cultura, el espíritu de occidente, es ese monstruo igualitario, y su voracidad legislativa”.
Se dice que la sociedad es receptiva al arte verdadero pero hace falta ver que la supuesta cultura de hoy en día está formada por productos edulcorados y rebajados a lo que en realidad eran las magníficas obras. La cultura, a diferencia del bienestar material, es algo que interesa a unos pocos, a la élite.
El arte es algo misterioso, que misteriosamente algunos seres secretan, y que no menos misteriosamente no demasiados seres humanos gozan“.
El sueño igualitario y excluyente es incompatible con la cultura, cuyo hábitat exige otras demandas sociales y esto hace que el creador sea una persona igual, un ciudadano corriente. El arte y la cultura es minoritaria, y eso es insoportable para el discurso de nuestra sociedad democrática de masas, poseídas por la pasión de la igualdad. Y en esa pasión, el artista muere.
En conclusión, Álvarez menciona las ideas fundamentales en las que basa sus comentarios con respecto a la destrucción de la cultura superior. No hay camino más honorable para comprender cómo comportarnos social y políticamente que el liberalismo, donde el arte es libre de florecer por la libertad de expresión y la privatización.
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